¿Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?

martes, 2 de marzo de 2010

Que no arranquen los coches,
que se detengan todas las factorías,
que la ciudad se llene de largas noches
y calles frías.

Que se enciendan las velas,
que se cierren los teatros y los hoteles,
que se queden dormidos los centinelas
en los cuarteles.

Que se mojen las balas,
que se borren las fotos de las revistas,
que se coman a besos a las colegialas
a los artistas.

Que se toque la gente,
que no lleguen los trenes a la frontera,
que sean cariñosas con los clientes
las camareras.

Porque voy a salir esta noche contigo
se quedarán sin beatas las catedrales
y seremos dos gatos al abrigo
de los portales.

Que se enfaden las flores,
que vuelven las cigüeñas al calendario,
que sufran por amores los dictadores
y los notarios.

Que se muera el olvido,
que se escondan las llaves de los juzgados,
que se acuerde Cupido de los maridos
abandonados.

Cuando llegue por fin mi mensaje
a tus manos, en la gasolinera
vieja esperaré;
y tomaremos juntos al abordaje
la carretera
que te conté.

Dejaremos colgada
la caprichosa luna sobre los cines
y las estatuas públicas derribadas
en los jardines

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El lujo es vulgaridad, dijo, y me conquisto .